Miguel Delibes, centenario de un marino

Miguel Delibes, centenario de un marino.

El 17 de octubre de 1920 nace Miguel Delibes en Valladolid, en la Acera de Recoletos, número 12. Es el tercero de ocho hermanos. Su padre, Adolfo Delibes, es catedrático de Derecho Mercantil en la Escuela de Comercio de Valladolid. En 1923 nace Ángeles de Castro, futura esposa del escritor. En 1930 Delibes niño, tras adquirir la formación primaria en el aula de las Hermanas Carmelitas de Valladolid, ingresa en el Colegio de Lourdes, de los Hermanos de la Salle de la misma ciudad, donde estudia el bachillerato.

Este año se cumple el centenario del nacimiento de Miguel Delibes, y en todos los medios de comunicación se habla de la vida del escritor, en las facetas de hombre de campo, catedrático, escritor y creo que se olvida reseñar su contacto con la mar, los barcos y el buque escuela “Galatea”.

Os adjunto el enlace del artículo de Jose Gabriel Concepción Blasco que se hizo de esa vida marinera de Miguel Delibes. Picar aquí
 
En un primer momento el programa “Crónicas” estaba interesado en realizar un reportaje sobre la vida de marino del escritor, cuyo título sería “Bajo tres banderas”. Este título recogía el primer destino de Delibes, el buque escuela Galatea, buque de la Armada española, que en su botadura fue Inglés, para pasar a bandera italiana y en el año 1922, al ser comprado por España, pasaría a tener la bandera española hasta agotar su vida marinera en el año 1.982.

Iban a colaborar los componentes del blog Buque Escuela de Maniobra Galatea, donde se vierten en la actualidad la vida del velero, contada de primera mano por los tripulantes del buque. Después de tener preparada la aportación para realizar el reportaje, al no estar de actualidad la vida del Galatea ni del escritor Delibes, se anuló el proyecto, a pesar del interés de Jose Gabriel Concepción. A pesar de todo se creó este artículo realizado por él y salió a la luz en Radio Televisión Española. Os dejo el citado artículo para que se pueda saber algo más de esa etapa de Miguel Delibes, que no acierto a saber el motivo de su desconocimiento por el público en general y los medios de comunicación en particular.

Ante todo y desde aquí queremos hacer mención del padre de José Gabriel, que fue marinero del Galatea. Gabriel Antonio Concepción Conde, nació en la isla de La Palma en 1922. Solía contar en el entorno familiar muchas anécdotas sobre el velero. A su hijo le quedó grabada una frase que solía repetir su padre, ya camino de los noventa años: “la Marina me hizo un hombre". 
 

Miguel Delibes, hombre de tierra adentro, fue marino durante la guerra civil, con 18 años.
En el año 1.938, cerca ya de cumplir la mayoría de edad, Miguel Delibes se alista como voluntario en la Marina junto con otros amigos. Parece que la idea de alistarse ha surgido de Luis María Fernández, amigo de Delibes que luego morirá en el hundimiento del crucero Baleares. Embarca Miguel de nuevo ingreso, en el Buque Escuela Galatea el 8 de febrero de 1.938, en periodo de instrucción, velero ya viejo conocido de la Marina española.

Allí recibe las enseñanzas fundamentales que son necesarias para todo marinero hasta que desembarca del Galatea para embarcar en el crucero Canarias el 27 de abril de 1.938. Así podemos leerlo en el libro matriz del buque escuela Galatea: “Desembarca y embarca en el Canarias a disposición del jefe del Bloqueo”.

El Canarias es uno de los cuatro cruceros (Cervera, Baleares, Canarias y Navarra) con los que cuenta entonces el bando nacional. Siguiendo la norma no escrita de poner apodos a los buques, se le conocerá como “Emperador del Mar”. Rápido y moderno, solo tendría que dar un paso atrás ante un acorazado… si este pudiera cazarlo.

Cuando Delibes ingresa en el crucero Canarias le inscriben en la ficha de vicisitudes como estudiante de profesión y también como marinero voluntario. El número que tiene Delibes en el crucero es el 377 y sus compañeros de coy, que es donde duermen los marineros, son Vicente Presa y Pepe Franch.

Todos los marineros nuevos pasan reconocimiento médico y vacunación. Al marinero voluntario Delibes enseguida le asignan como destino el puesto C, el antiaéreo, concretamente en la dirección de tiro. A través del tubo acústico, Delibes dará las órdenes de disparo.

Llega el día a día, las comidas en el sollado, las guardias, los paseos en tierra… No lleva Delibes un mes en el crucero, cuando el Canarias apresa al barco griego Ellinico-Vouono. Es el 19 de mayo. Una semana después sucederá lo mismo con el soviético Skvortsov Stepanov.

Desde enero de 1.939 y durante los meses siguientes el crucero en el que presta servicio Miguel Delibes realiza incursiones junto con otros cruceros nacionales en las costas de Cataluña para interceptar el traslado de tropas entre Valencia y Barcelona. El 12 de mayo se consigna el siguiente escrito en la ficha de vicisitudes del futuro escritor: “Empieza a disfrutar de licencia por haber sido seleccionado para su ingreso en la Escuela Naval Militar”. Carrera que no siguió.

Delibes perteneció a esa abnegada y sacrificada generación de la posguerra. Además, y por razones de edad, le tocó vivir la guerra civil. En 1938 se alistó voluntario en la Marina que combatía contra la República. “Me horrorizaba la idea del cuerpo a cuerpo; la guerra en el mar era más despersonalizada; el blanco era un barco, un avión, nunca un hombre. Yo lo veía como un mal menor”, afirmó Delibes en TVE en 1.987.

Delibes perteneció a esa abnegada y sacrificada generación de la posguerra. Además, y por razones de edad, le tocó vivir la guerra civil. En 1938 se alistó voluntario en la Marina que combatía contra la República.“Me horrorizaba la idea del cuerpo a cuerpo; la guerra en el mar era más despersonalizada; el blanco era un barco, un avión, nunca un hombre. Yo lo veía como un mal menor”, afirmó Delibes en TVE en 1987.

El "Galatea", primer destino
Aquella corta experiencia, apenas 20 meses en la Armada, formará parte de su bagaje personal y literario. Su primer destino, el Galatea, un barco mercante botado en Glasgow el 3 de diciembre de 1896 con el nombre de Glenlee y que España adquirió en 1922 para convertirlo en buque-escuela de la Marina. 
 
"Delibes pasó 20 meses en la Marina franquista"
Este velero centenario, que apareció en la película Raza (1941), tiene dos blogs, uno de Jaume Matamala, y otro de Arminio Sánchez Mora, autor del libro El Galatea "Un guiño al pasado", recién publicado, y otro próximo título, que ya está publicado bajo  el nombre “El Velero Galatea” prologado por el AJEMA Don Manuel Rebollo García Almirante General exjefe de Estado mayor de la Armada donde se incluye el relato novelado cuyo título es; Aleta de tiburón.  
Delibes forma parte de su historia, junto con otros marinos como José Castrillón Mesa, Miguel Gómez Ruiz, Alberto Vera Meizoso y Arminio Sánchez Mora, todos nostálgicos del “Galatea", su barco.

El "peludo" Delibes

El 8 de febrero de 1938 Delibes embarcó en el Buque- Escuela "Galatea", con base en El Ferrol. Su presencia imponía, sobre todo para un joven de tierra adentro, que se vería empequeñecido ante un palo mayor de 54 metros y 22 velas, con una superficie de 22.000 metros cuadrados

Delibes era un “peludo” o novato, sin privilegios ante los veteranos. Dormía en el suelo en un cuarto común (sollado), que servía también de comedor. No tenía derecho a gancho para colgar su coy (hamaca). Dormiría poco ante el trabajo extenuante que le tocaba día a dia. Además de las maniobras en los gavieros o juaneteros, tenía que baldear, cada dos o tres días, la cubierta, y enfrentarse a las temibles guardias, que eran tres de cuatro horas cada una: prima, media y alba, como en cualquier buque de guerra. Un día duermes, al siguiente no. Por eso andas siempre buscando un rincón abrigado de las salpicaduras de agua y del ojo del contramaestre, intentando recuperar algo de sueño…

Carta de Delibes a su madre, año 1938
Querida madre: Hace ya dos semanas que embarcamos en el buque escuela Galatea y aún no tuve tiempo de escribirte. Aquí, como decimos en jerga marinera, pasamos el día planeando. Diana a las seis, de noche todavía; ducha en cubierta, aunque hiele; desayuno, café con leche y un chusco que has de estirar para las cuatro comidas del día; baldeo con bruzas y lampazos, mientras otros abrillantan los dorados o limpian los retretes, los beques, como aquí le dicen. A las diez, dos horas y media de instrucción, fusil al hombro, por la explanada del arsenal. A la una comemos, de ordinario caldo gallego, lacón con grelos, o ropa vieja, y dos horas después vuelta a la faena. Los ejercicios de tarde son más variados y distraídos: gimnasia, remo, señales, nudos, morse, jarcias. Sólo un día y otro no, pelamos patatas. A las seis una de las dos brigadas, babor o estribor, la mitad de la dotación, sale de paseo.

La Sra. Jacoba, la lavandera, me lava y plancha la ropa por poco dinero. En la próxima os enviaré dos fotografías: una en traje de faena, con el abisinio en la cabeza, y la otra de gala, con la lanilla, como llaman aquí a la marinera. ¿Sabéis que a Damasco y a mí nos dio la risa al vernos vestidos así el primer día y un oficial tuvo que llamarnos la atención ?.
Dime algo de papá. Pásale esta y dile que le recuerdo. Besos a las hermanas y a los tíos y para ti un abrazo muy fuerte.

Las "mascadas"
Y por si esto no fuera poco tuvo que acostumbrarse a las “mascadas”, el vómito continuo, provocado por el movimiento de la cubierta bajo su pies.Existían otros inconvenientes.

“Invadidos por las ratas, las chinches, los piojos, las ladillas y las curianas“
“Estábamos invadidos por las ratas, las chinches, los piojos, las ladillas y las curianas",(cucaracha rubia de cafeteras) éstas abundaban sin ningún tipo de rubor. Había tantas, que solían invadir las taquillas. A esto, hay que añadir el frío, el calor, los vientos, el hambre, la falta de agua dulce para el aseo personal, y el trato despiadado e inhumano de nuestros mandos”. Quien así habla es Gerardo Ureña Massa marino como Delibes, pero que navegó en “El Galatea”, pero en los años cincuenta. Fue el héroe en la riada de Valencia de 1957.
 
"Hombres, arriba y abajo"
No conocemos cómo fue el bautismo de mar de Delibes. Tenemos, en cambio, el testimonio de un marinero de segunda, Gabriel Antonio Concepción, de La Palma, que pasó por el "Galatea” en 1941. Era voluntario como Delibes,. Hoy, a sus 90 años, sigue recordando aquella experiencia. "La Marina era por aquel entonces mucho más dura que la Legión”. Realizábamos las maniobras descalzos, y con ropa de faena-es un decir-que consistía en una camisa y un pantalón corto. Por la mañana muy temprano formábamos en cubierta. Algunos compañeros no podían más, y se desmayaban exhaustos. Recuerdo perfectamente aquel frío intenso, y cómo nuestro `Galatea´ cabeceaba de babor y estribor. No he olvidado cómo se abrían los pies, y cómo en la cubierta quedaba marcado un hilillo de sangre, cuando formábamos”.

"La Marina era más dura que la Legión"

No había arnés ni otra medida de seguridad. Sólo una navaja bien dispuesta al cinto. Así trabajaban aquellos marinos de hierro, algunos, unos niños.“Yo no era muy alto, pero sí muy delgado y espigado”, nos sigue contando don Gabriel.” Era juanetero, a más de 30 metros de altura. No he olvidado las órdenes del contramaestre:`Gavieros y juaneteros, al pie de la jarcia, hombres, arriba y abajo´. Y todos, sin dudarlo, cumplíamos la misión asignada en el puesto que nos correspondía. `Gavieros y juaneteros, al pie de la jarcia, que por 5 duros y un chaquetón, un (marinero) nuevo´. Un chaquetón y cinco duros es lo que valía la vida de un marino en aquel entonces.

En el crucero "Canarias"
El 27 de abril de 1938 a Delibes les destinan al crucero “Canarias”, con base en Palma, que formaba parte de la llamada flota de bloqueo que tenía por misión cortar los suministros que llegaban por el Mediterráneo a la España republicana. A Delibes le destinaron a las baterías antiaéreas. Su número, el A377, es el mismo que llegará a tener el protagonista de Madera de héroe, Gervasio García de La Lastra.
La suerte o el destino le fue favorable. Su amigo, Luis María Ferrández, que tanto influyó para alistarse en la Marina, le tocó ir al “Baleares”, donde encontraría la muerte.

Condecorado
En la conmemoración del primer 18 de julio, se le concedió a Miguel Delibes la medalla de Campaña y la Cruz Roja por los servicios prestados. En mayo, unos meses antes de acabar la guerra civil, Delibes fue seleccionado para cursar en la Escuela Naval, carrera que no siguió. No tenía vocación. El día 31 de octubre de 1939 fue licenciado, regresando a Valladolid, su ciudad natal.
 
"Fue condecorado y propuesto para oficial"
Ingresó en la Escuela de Comercio. Tras finalizar esta carrera, inició la de Derecho y se matriculó en la Escuela de Artes y Oficios. En 1941 fue contratado como caricaturista en El Norte de Castilla, donde se publicó su primer artículo “El deporte de la caza mayor”. Delibes tenía 21 años.

El regreso al “Galatea”
En los años 70 Delibes es ya un escritor reconocido. Estaba de moda y era de buen tono leer sus obras. Por aquellos años, su hija Elisa recuerda todavía un viaje con sus padres y hermanos por el norte de España. Llegaron al Ferrol, donde estaba atracado como un pontón “El Buque Escuela Galatea”.

Delibes quiso ver el barco, y logró subir hasta la cubierta. Podemos imaginarnos la escena. Delibes se quedó en silencio, absorto con los recuerdos que le traían aquel barco de su adolescencia. Un momento que sus hijos y su mujer supieron respetar sin duda.

La guerra civil, conflicto generacional
Penas y alegrías se cruzarían en su camino los setenta. En 1975, leyó su discurso como académico de la Española,” El sentido del progreso desde mi obra”. En 1974 moría su mujer Ángeles de Castro, una pena de la que no se recuperaría.
Y en el trasfondo, la guerra civil, que marcó a todos los de su generación. "Yo lo que he tratado de hacer ha sido presentarla como la típica guerra fratricida: el drama de Caín y Abel".

Los “muñones del alma”
En 1987 se presentó su primer novela larga, Madera de héroe, Es su obra más autobiográfica. En TVE aclaró que no pretendía hacer una novela sobre la guerra civil, sino la crónica de unos personajes que se ven envueltos en ella.
"Si fuera posible hacer un estudio médico de las personas que participamos en aquella terrible guerra, resultaría que los mutilados psíquicos somos bastantes más que los mutilados físicos que airean sus muñones”. Así lo afirmó en TVE.
 
"La guerra dejó más mutilados psíquicos que físicos"
Delibes ignoraba el triste final de “El Galatea”, el barco en el que pasó su mili. Se encontraba en Sevilla, a la espera de ser convertido en centro de comunicaciones de la Expo, un proyecto que nunca se realizó. El velero histórico, que bordeó en 16 ocasiones el Cabo de Hornos, "el infierno" de los marinos, quedó como una chatarra inservible y alojamiento de los sin techo. El barco que superó dos guerras mundiales y la contienda civil española sucumbía sin remedio por la desidia hasta que la Armada decidió reflotarlo y subastarlo.

En 1992 lo compró la localidad de Glasgow en pública subasta  por 40.000 euros, reunidos mediante suscripción popular. Róterdam fue hasta final un duro rival para hacerse con este histórico velero.

El “Galatea”, al final del camino
En 2006 los Reyes visitaron en su domicilio de Valladolid a Miguel Delibes, Charlaron durante media hora de los nietos, la caza y los libros. El escritor estaba muy enfermo por un cáncer de colón que le diagnosticaron en 1998, el año en el que terminaron los trabajos de restauración   del “Galatea” en Glasgow.

En 2008 Delibes recibió una carta inesperada de un marino del “Galatea”. Se llamaba Jesús Aguirre González, y era de la misma quinta de Delibes. Y en su carta le preguntaba si alguna vez coincidieron en el duro bregar de la mar. Y le daba pistas, por si el nombre no le decía nada. “En el Galatea tenía el número 202, y estaba en el rancho con el cabo Otero, un marinero bastante mayor que tenía un hijo en el mismo rancho de nuestra edad (18 años)”.
 
"Hace 70 años de aquella lucha fatal"
Delibes contesta en el mismo una respuesta apresurada, rápida, y con un ligero temblor. “Yo estuve un año en `El Canarias´, pero apenas recuerdo el nombre de los compañeros más afines. Lo siento. En todo caso hace ya 70 años de aquella lucha fatal. Un saludo afectuoso”. Fue uno de sus últimos escritos

El Velero
Dos años después, el día 12 de marzo de 2010, a los 89 años, moriría Delibes, tal vez para emprender otras rutas, otras navegaciones por el mar de la eternidad. Su “Galatea”, bautizado como "Glenlee”, permanecía ya definitivamente amarrado en Glasgow, convertido en museo flotante y sin un recuerdo del paso de Delibes. Es para los escoceses y los turistas “El velero”, "The Tall Ship", pues no hay otro igual.

Delibes, marinero en tierra ferrolana

En «Madera de héroe», su novela más autobiográfica, el escritor relata su paso en 1938 por el Arsenal, donde hizo la instrucción a bordo del buque-escuela «Galatea»

Castilla es ancha, pero no lo es todo en la literatura de Miguel Delibes (Valladolid, 1.920-2.010). En su narrativa también se cuelan, aunque sea de refilón, otros paisajes, otras gentes: la Extremadura de Los Santos Inocentes, por supuesto. Pero también Galicia. Ferrol, para más señas.

La conexión gallega de Delibes es doble: biográfica y literaria. A principios de 1938, el futuro escritor y un grupo de amigos vallisoletanos, impulsados por un juvenil ardor guerrero, se alistan voluntarios en la Armada para unirse a las tropas franquistas en la guerra civil. De la capital castellana, Delibes, con tan solo 17 años, parte a Ferrol donde tiene que hacer un período de instrucción de unas semanas a bordo del buque escuela Galatea, que permanece amarrado en los muelles del Arsenal, antes de embarcar en el que será su destino definitivo hasta el remate de la contienda: el crucero Canarias.

Este episodio real se plasma casi milimétricamente en treinta páginas de Madera de héroe (1.987), la voluminosa novela en la que Delibes narra con crudeza su experiencia en la guerra civil. Ramón García Domínguez, biógrafo de Delibes y director de la edición de sus Obras Completas (Galaxia Gutenberg-Destino), subraya que Madera de héroe es sin duda su novela más autobiográfica. «En muchas de sus obras hay conexiones entre novela y biografía, pero en esta es en la que más hay de su propia vida

De hecho, originalmente se titulaba 377A, Madera de héroe, con el número y la letra que identifican al protagonista en el buque-escuela y que era precisamente el mismo código que tuvo Delibes en la Armada. En las siguientes reediciones, el autor, dotado de un enorme sentido común, decidió prescindir de ese número porque decía que complicaba mucho los pedidos en las librerías», apunta el especialista.

La llegada en tren a Galicia
El protagonista del relato, y álter ego del escritor, se llama Gervasio García de la Lastra y así relata Delibes su llegada en tren a Galicia desde tierras castellanas: «Gervasio se volvió hacia la ventanilla, limpió el vaho del cristal con la bocamanga y a través del hueco transparente descubrió que las tierras llanas, pardas y áridas, del exterior, se habían transmutado en onduladas praderas parceladas, y el alto y sereno cielo azul en un pesado toldo gris, próximo y plomizo.

Una lluvia delgadísima azotaba los cristales, mullía la tierra, mientras los pliegues verdes cubiertos de brezos y helechos se iban empinando hasta convertirse en montañas, que el convoy perforaba audazmente a través de fragorosos túneles». Durante las semanas de instrucción, García de la Lastra tropieza repetidas veces con el reglamento y apenas pisa la calle.

En la primera salida deambula por Ferrol, en medio de bromas constantes con sus compañeros, hasta que en la calle Real, «atestada de marineros, grupos de muchachas cogidas del brazo y maduros matrimonios con niños de corta edad», el revoltoso grupo se topa con un coronel de Intervención «siempre dispuesto al apostolado castrense» que pone fin a sus andanzas.

En su segundo permiso, los amigos se encargan de llevarlo de paseo por el tablero del Ferrol de la Ilustración. «Gervasio, sin apenas darse cuenta se vio libre (recorriendo a grandes trancos el adoquinado del muelle, rodeando los diques secos, el Arsenal, franqueando, al fin, la gran verja ante los ojos indiferentes del centinela) como un niño de vacaciones».

Liberados, los marineros recorren «la mayor parte de la ciudad», incluida una visita a casa de la lavandera «en el barrio alto» y a la entonces llamada plaza de Deschamps. Allí reciben la noticia del hundimiento del crucero Baleares, en el que muere su amigo Tato Delgado. Su nombre real es Luis María Fernández y a él, «cuya tumba está en el mar», dedica el autor la novela.

Era el 28 de febrero de 1.938. Unos días después, Delibes zarpa en el Canarias (Don Juan de Austria en el libro), el crucero con base en Palma de Mallorca en el que pasará el resto de la guerra. Como Gervasio, se convierte en un número y un destino: 377 A.

Una breve reseña del  Galatea: Picar aquí 
RTVE 2 El Buque Escuela Galatea en el recuerdo Picar aquí
El libro El velero Galatea Picar aquí